Hoy comienzo una serie de entradas sobre
hechos históricos acontecidos durante las guerras de independencia que suelen
ser omitidos deliberadamente por los gobiernos de la mayoría de los países
hispanoamericanos puesto que no encajan en la línea oficial de la doctrina
impuesta sobre la historia de Hispanoamérica. Me refiero a los sucesos
protagonizados por amerindios y mestizos que fueron leales a España luchando
contra las tropas independentistas para evitar la secesión. Concretamente en esta ocasión hablaré sobre los amerindios mapuches. Un pueblo que ejemplifica como el proceso independentista fue ajeno a los intereses amerindios ya que
posteriormente fue cercenado por los nuevos países independientes pues quebrantaron los acuerdos que tenían firmados con España.
Se cree que los orígenes del pueblo mapuche se
ubican en el Cono Sur alrededor del siglo V. Tras un indeterminado periodo de
expansión lograron someter a diferentes pueblos limítrofes que fueron
integrados con el paso del tiempo provocando su primera diversificación
sociocultural. Posteriormente se enfrentaron con éxito al Imperio Inca frenando
definitivamente su expansión hacia el sur. Con la llegada de los españoles
surge un ciclo de luchas y treguas (la llamada Guerra de Arauco) que comienza
en el año 1536 con la Batalla de Reinohuelén.
Este conflicto se extendería hasta el año 1793
con la firma del Tratado de Paz de Las Canoas por ambas partes. Con este
tratado se ponía fin a más de dos siglos de hostilidades suponiendo tal hito
que incluso en la actualidad se sigue reclamando la vigencia del mismo. En
aquel tratado se pacta el reconocimiento de la soberanía española sobre
territorio mapuche a cambio de respetar la estructura y autoridad local de los
caciques amerindios. Hasta cierto punto este tratado supone el antecedente
directo de lo que actualmente conocemos como un estado libre asociado. Los
mapuches pasaron a ser reconocidos como vasallos de la corona española a la vez
que se respetaba la autonomía del caciquismo mapuche. Esto supuso en la
práctica una relación bilateral entre las instituciones españolas y las
instituciones amerindias que actuaban a modo de gobiernos locales,
representando de manera efectiva a los mapuches en sus acuerdos con los
cabildos municipales.
Emblema histórico del pueblo mapuche |
Los acuerdos alcanzados entre españoles y
mapuches fueron reforzados en 1803 con el Parlamento de Negrete. Este nuevo
pacto abarcaba aspectos como la ratificación del acuerdo de paz y concordia
entre ambas partes y la autorización recíproca de libre tránsito y comercio.
Por parte del pueblo mapuche se ratificaba la defensa de la nación española
frente a los ataques por parte de potencias extranjeras, la persecución de los
delincuentes españoles dentro de sus dominios y el reconocimiento del rey de
España como máxima autoridad vigente. Por parte de España se ratificaba el
acceso a la instrucción católica de los hijos de los caciques para que pudieran
optar al sacerdocio y la compensación económica por cada fugitivo español
capturado en territorio mapuche. En definitiva este parlamento consolidó la
alianza entre ambos pueblos y aceleró el proceso de mestizaje racial y cultural
iniciado a finales del siglo XVIII.
Una vez estalla la guerra de independencia en
1810, la mayoría de los mapuches cumplen con su compromiso de defender España
siendo leales a las tropas realistas. Aunque no intervinieron en los primeros
compases de la guerra, finalmente se vieron fuertemente involucrados desde la
Reconquista de Chile. Tras el exitoso desembarco en la ciudad de Arauca de las
tropas realistas, se celebra el Parlamento de Quilín el 3 de febrero de 1814.
En dicho parlamento el general Gabino Gaínza y Fernández y los representantes
del pueblo mapuche ratifican nuevamente su alianza con la promesa por parte de
los mapuches de aportar unos 6000 guerreros a la causa española. Gracias en
parte a su apoyo, se consigue restablecer la soberanía española en Chile hasta
1817. Tras volver a perder el control del territorio chileno comienza en 1819
la llamada Guerra a Muerte, en donde los mapuches estuvieron directamente
involucrados consiguiendo alargar el proceso de independencia chileno hasta las
últimas batallas acontecidas en 1832.
Bastantes historiadores hispanoamericanos llevan
tiempo intentado buscar una explicación que agrade a los gobiernos de Chile y
Argentina para justificar el apoyo del pueblo mapuche al Imperio Español en un
intento desesperado por modificar la historia en favor de la independencia
hispanoamericana. Pero lo cierto es que el sentido de lealtad del pueblo
mapuche siempre fue muy profundo y por ello respetaron los acuerdos alcanzados
con España hasta sus últimas consecuencias. La nobleza e integridad del pueblo
mapuche siempre ha supuesto un contratiempo para legitimar el proceso de emancipación
de ambos países hasta el punto de que actualmente muchos mapuches no reconocen
la autoridad de sus gobiernos.
Esto se debe a los hechos que transcurrieron
después de la independencia de Argentina y Chile. Una vez finalizada la guerra,
el estatus alcanzado por el pueblo mapuche en sus acuerdos con España quedó en
entredicho. Tanto Chile como Argentina fueron reacios a reconocer la autoridad
mapuche debido a su lealtad con la corona española y desecharon la posibilidad
de respetar los tratados alcanzados previamente con España a modo de
represalia. Tan sólo la manifiesta debilidad de Chile permitió alcanzar un
acuerdo a petición del propio gobierno en el Parlamento de Tapihue de 1825. Sin
embargo este acuerdo sólo sirvió para que el nuevo país tuviera tiempo
suficiente para fortalecerse como quedaría demostrado unas décadas después. Por
su parte, Argentina emprendería una serie de campañas militares contra los
mapuches que comenzaron en 1820. La gran inestabilidad del país debido a las
sucesivas guerras civiles provocó que la mayoría de estas ofensivas fracasaran
permitiendo la supervivencia del pueblo mapuche.
Territorio mapuche pactado con la corona española |
Pero finalmente ambos países pudieron consumar
su venganza a mediados del siglo XIX. Chile sería la primera en pasar al ataque
en 1861, incumpliendo de esta manera el tratado que el mismo gobierno había
promovido años antes. A pesar de todo, el pueblo mapuche combatió ferozmente
hasta su derrota definitiva en 1883. El resultado de esta contienda supuso la
masacre de la mayor parte de la población mapuche en territorio chileno, que
además fue relegada a ocupar pequeñas porciones de tierra improductiva conocidas
con el nombre de reducciones. Por otro lado, Argentina comienza su guerra
contra el pueblo mapuche en 1869. Pese a la resistencia que opusieron los
mapuches fueron derrotados definitivamente en 1888 con fatales consecuencias
para ellos. Además de la evidente matanza se hicieron prisioneros a miles de
mapuches que fueron divididos por sexo para evitar que tuvieran descendencia.
Las muestras del horror sufrido por el pueblo mapuche fueron tales que hasta algunos expertos hablan de genocidio con las connotaciones que esa palabra
implica. El presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento (1868 - 1874) incluso se atrevió a pronunciar el siguiente discurso:
“¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”
Hechos muy escabrosos de la historia de Argentina que algunos historiadores hispanoamericanos omiten por la gravedad de los mismos para mantener el discurso oficial de que la independencia hispanoamericana se hizo pensando en los nativos americanos.
“¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”
Hechos muy escabrosos de la historia de Argentina que algunos historiadores hispanoamericanos omiten por la gravedad de los mismos para mantener el discurso oficial de que la independencia hispanoamericana se hizo pensando en los nativos americanos.
En la actualidad, el pueblo mapuche reivindica
la restauración de los dominios y la autonomía gubernamental reconocidos por
España como parte de los acuerdos que alcanzaron bajo la corona española al ser
considerados como un tratado internacional entre ambos pueblos. En definitiva
resulta paradójico que actualmente tanto Chile como Argentina adopten posturas
“indigenistas” cuando han sido responsables de la hecatombe del pueblo mapuche
a la vez que siguen sin escuchar sus legítimas reivindicaciones. El caso
chileno resulta todavía más escandaloso puesto que fue el propio país quien
rompió el pacto que propuso y firmó con el pueblo mapuche. Por desgracia este
no fue un hecho aislado ya que tras la guerra contra los mapuches se produjo el
genocidio de los amerindios selknam perpetrado por ambos países. En conclusión se puede afirmar que la independencia hispanoamericana fue ajena a los
intereses de los amerindios y en algunos casos incluso fueron gravemente
perjudicados como el sucedido con el pueblo mapuche.
Por si queda alguna duda sobre la opinión
mayoritaria de los mapuches respecto a los hechos aquí relatados, dejo algunos
fragmentos del artículo publicado en el año 2011 por el periodista mapuche Pedro Cayuqueo
Millaqueo titulado “Mis disculpas a España”:
“[…] Lo
acontecido con mi pueblo bastante poca relación tiene con el bendito 12 de
Octubre. Muy poco que ver con la Corona y si mucho con las Repúblicas. Muy poco
que ver con los españoles y sí mucho con la historia no contada de los pueblos
chileno y argentino. […] Los mapuches
casi nada perdimos con España. Hasta podría decir que ganamos. Sí, ganamos el
arte de la caballería, los textiles, la platería y una lengua castellana casi
tan hermosa como la nuestra. Es cierto, se trató en los inicios de una guerra.
De una cruenta y dolorosa guerra de anexión colonial. […] No viene mal recordar, sobre todo en esta
fecha, que los mapuches perdimos nuestra independencia no precisamente a manos
de los ancestros del Rey Juan Carlos. […] ¿Se imaginan cómo será para nosotros la añoranza de aquel territorio
propio, de aquel hogar nacional saqueado por chilenos y argentinos a punta de
quemas de sembradíos, robo de animales y cantidades industriales de chupilca
del diablo? […] El conflicto actual
no tiene 500 años como insisten autoridades y uno que otro periodista
despistado. A lo más, 130 años. […] Mucho
mejor negocio culpar a los conquistadores y su "barbaridad"
legendaria. […] Hay que ser muy
caradura. Mis disculpas nuevamente a España”
Antes de despedirme, os invito una vez más a
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